martes, 24 de mayo de 2011

LOS INDIGNADOS EN MURCIA

Con la ironía como bandera, más de una veintena de jóvenes ataviados con trajes de chaqueta y las caras pintadas como si fueran calaveras, pasadas las doce del mediodía salían de la #acampadamurcia en dirección a Gran Vía y Trapería para, de «manera discreta», dar la bienvenida a los clientes de bancos y hacerles entrega de una tarjeta: «Bienvenido a tu banco. Gracias a usted... ¡El dinero de sus pensiones será para nuestras mansiones! ¡Nuestras hipotecas serán su única beca! ¡Su sanidad y educación, nuestra privatización! Y si quiere balas y armamento, ¡domicilie sin remordimiento!».

Entre risas y buen rollo, los 'indignados', que no se pronunciaron sobre los resultados electorales porque se consideran «apolíticos», echaron el resto en sus interpretaciones a las puertas de las sucursales bancarias, que echaban la llave para evitar incidentes. No hubo ninguno. 'Por la corrupción; sí a la guerra; viva el mal, viva el capital; gobierne quien gobierne, la banca nunca pierde...'. Las consignas coreadas no tenían fin y los ciudadanos reaccionaban a su paso. Respetables señoras y caballeros nada sospechosos de 'anti sistema' aplaudían a su paso o hacían gestos de aprobación, otros hasta seguían a la comitiva o decían: 'Tenéis razón'. También había quien se apartaba de ellos como de la peste, pero, en general, generaban simpatía.

El problema fue que parte de los ciudadanos, que asistían sorprendidos a la 'performance', no entendían la ironía y tomaban el mensaje al pie de la letra. Ocurrió a las puertas de una sucursal bancaria, una de sus clientas afirmaba a la salida: «Si la mitad de los parados son extranjeros». 'Eso, que los echen', ironizaban los improvisados banqueros. «Si yo fuera presidenta los iba a poner a todos tiesos, quién no tuviera papeles, a la calle», decía. Y los 'banqueros' de la muerte la jaleaban: 'Eso, que les corten la cabeza; España es sólo para nosotros'. La mujer, un poco asustada ya por la reacción provocada, les contestaba seria: «No digáis disparates, con que los echen sobra».

Por fortuna, la mayoría de los viandantes comprendía el tono irónico de la protesta y muchos se paraban a pedirles más detalles. «Nosotros sentimos desconcierto», afirmaban un par de amigos de avanzada edad, que comentaban el Movimiento 15M. «No sabemos de dónde procede, a quién lanzan el mensaje y quién quieren que lo recoja. Ahora, mejor que estén pidiendo cosas, aunque sean sueños utópicos, que haciendo botellón o el gamberro. Nosotros también hemos sido jóvenes y hemos querido cambiar las cosas».

Para Trinidad, francesa con doble nacionalidad, hija de murciano y que vuelve a Murcia a recordar sus orígenes, «es un movimiento que da esperanza, pero tienen que reflexionar que han salido antes de las elecciones y el éxito del PP tal vez sea mayor por el movimiento. En Mayo del 68 -recuerda con nostalgia- pasó igual. Apruebo lo que hacen y estoy de acuerdo con ellos». «¡Coraje!», deseó.

Si hace unos días nacía la zona infantil, atendida por maestros y pedagogos, el domingo surgía la Comisión de Psicología, un espacio para la calma al otro lado del Paseo Teniente Flomesta. Un lugar para encontrarse con uno mismo, aprender a mantener la calma en plena tensión y no dejarse llevar por el grupo.

Mientras, la Comisión Jurídica no para. Ayer preparaba una solicitud para que Vía Pública autorice el uso de tiendas y evitar los intentos de desmontarlas. Se ampararán en una sentencia del Constitucional que hace referencia a que «el uso de las tiendas es inherente a una concentración indefinida; se trata de defender el derecho de los concentrados a la intimidad, a descansar, a protegernos del frío...», comentaba el coordinador de la comisión, antes de ir a iniciar el papeleo.

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