domingo, 15 de noviembre de 2009

CASTELLANO O ESPAÑOL



La Historia del idioma español comienza con el latín vulgar del Imperio Romano, más específicamente, tiene su origen en el latín vulgar presente en la zona central del norte de Hispania.

Tras la caída del Imperio Romano en el siglo V la influencia del latín culto en la gente común fue disminuyendo paulatinamente. El latín hablado de entonces fue el fermento de las variedades romances hispánicas, entre ellas el castellano, origen a su vez (al menos en la proporción mayor) de las variedades que constituyen la lengua española.

En el siglo VIII, la invasión musulmana de la Península Ibérica hace que se formen dos zonas bien diferenciadas: en Al-Ándalus, se hablarán los dialectos romances englobados con el término mozárabe, además de las lenguas de la minoría autóctona (árabe y bereber), mientras que en la zona en que se forman los reinos cristianos, desde pocos años después del inicio de la dominación musulmana, comenzará una evolución divergente en la que surgen varias modalidades romances: la catalana, la aragonesa, la asturiano-leonesa y la gallega, además de la castellana.

El dialecto castellano primigenio se originó en el condado medieval de Castilla (oriente de Cantabria y norte de Burgos), con influencias vascas y árabes, y se expandió al sur de la península gracias a la Reconquista.

En el siglo XV, durante el proceso de unificación española de sus reinos, Antonio de Nebrija publica en Salamanca su Grammatica, el primer tratado de gramática de la lengua castellana, y también primero de una lengua vulgar europea. Los textos más antiguos que se conocen en castellano son las Glosas Emilianenses, que se conservan en el Monasterio de Yuso, en San Millán de la Cogolla (La Rioja), localidad considerada centro medieval de cultura.

En esta presentación se puede observar las campañas que se reslizaron para fomentar la lengua castellana.
CAMARÓN & GARCÍA LORCA

En 1979 Camarón dedico un disco a la memoria de Federico bajo el nombre de "La leyenda del tiempo".

Este es el poema completo en el que está basada la canción. Las partes que Camarón usa están remarcadas en amarillo. (Proviene de la obra de teatro "Así que pasen 5 años").

LA LEYENDA DEL TIEMPO

El sueño va sobre el tiempo
flotando como un velero.
Nadie puede abrir semillas
en el corazón del sueño.
¡Ay, cómo canta el alba, cómo canta!
¡Qué témpanos de hielo azul levanta!
El tiempo va sobre el sueño
hundido hasta los cabellos.
Ayer y mañana comen
oscuras flores de duelo.
¡Ay, cómo canta la noche, cómo canta!
¡Qué espesura de anémonas levanta!
Sobre la misma columna,
abrazados sueño y tiempo,
cruza el gemido del niño,
la lengua rota del viejo.
¡Ay, cómo canta el alba, cómo canta!
¡Qué espesura de anémonas levanta!
Y si el sueño finge muros
en la llanura del tiempo,
el tiempo le hace creer
que nace en aquel momento.
¡Ay, cómo canta la noche, cómo canta!
¡Qué témpanos de hielo azul levanta!

1 comentarios:

J.J. Jacobo dijo...

En septiembre de 1512, el obispo de Málaga, Don Diego Ramírez Villaescusa, realizó una visita al estudio salmantino, en nombre de los Reyes, con el fin de comprobar personalmente la lamentable situación en la que se encontraban los estudios de Gramática y promover las reformas necesarias para su rehabilitación. Tan sólo dos meses después, la Universidad hizo pública la orden de que, dentro de las escuelas, todos hablaran latín. Para el maestro Antonio de Nebrija (murciano, por cierto), esto significaba un triunfo sobre la barbarie y, sin duda, el comienzo de una nueva época. No obstante, al año siguiente, fue derrotado en una oposición a la cátedra de Prima de Gramática por un tal García del Castillo, un recién graduado sin ningún mérito, salvo el de ser el candidato del Estudio. Dolido e indignado, Nebrija abandonó Salamanca, jurando no volver a poner los pies en ella. Cuando el cardenal Cisneros se enteró de lo que le había sucedido, le ofreció una cátedra de Retórica en la Universidad de Alcalá de Henares, con un sueldo anual de sesenta mil maravedís, más cien fanegas de pan y la prerrogativa de que "leyese lo que él quisiese, y si no quisiese leer, que no leyese; y que esto no lo mandaba porque trabajase, sino por pagarle lo mucho que le debía España"

(Fuente: Luis García Jambrina, "El Manuscrito de Piedra")

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