martes, 17 de noviembre de 2009

EL ÁRBOL DE JULIA


Nadie tiene derecho a robar al futuro para conseguir beneficios rápidos en el presente.
(Julia Buterfly Hill)

Si quieres ver a Julia sobre el árbol mira estas fotos.

¿JULIA, CÓMO ES UN DÍA CUALQUIERA EN LO ALTO DE UNA SECUOYA GIGANTE?

Estoy ocupadísima, no te lo puedes imaginar. Apenas tengo tiempo para mí misma. Me paso el día recibiendo llamadas, conectando con gente de todo el mundo, despachando cartas (más de 300 todas las semanas), escribiendo un libro… casi no me quedan ratos libres para “intimar” con "Luna." Es difícil explicar, pero poco a poco se va creando una especie de simbiosis con el árbol.

Al principio vine en calidad de visitante; después descubrí que la única manera de aguantar aquí arriba era incorporarse al mundo del árbol, intentar ser una con él. Una de mis primeras decisiones, por ejemplo, fue no usar botas o zapatos; los pies se me están atrofiando, mi cuerpo se está amoldando a la vida en el árbol, aunque de momento por fortuna, no he tenido problemas de salud. Sigo una dieta vegetariana, me traen provisiones dos veces la semana y la vida a la intemperie me ha ido curtiendo de alguna manera.Vivo en una tienda que he instalado en una plataforma, a unos 30 metros de altura. Allí duermo, allí como, allí recibo alguna que otra visita: el espacio habitable es poco más o menos el de una cama matrimonial. Tengo otro cubículo más arriba, pero ése lo utilizo sólo como oficina.

¿CÓMO SE SOBRELLEVA LA SOLEDAD?

¿Soledad? Jamás me he sentido más arropada… de todos los sitios me llegan mensajes de solidaridad. Mi familia se ha trasladado aquí cerca. Mis colegas de Earth First están conmigo. Las noches son duras, pero te acostumbras. La mejor compañía es la fuerza que te da saber que estás haciendo algo que de verdad merece la pena. Siempre estuve envuelta en el activismo ecológico, pero nunca tuve realmente la voluntad de hacer algo diferente.

¿HAY QUE ESTAR O MUY LOCO O MUY CUERDO PARA PASARSE DOS AÑOS EN UN ÁRBOL?

A mí misma, si me lo hubieran preguntado antes, me habría parecido una locura, esto de pasar dos años subida a un árbol. Yo me ofrecí voluntaria pensando que me iba a quedar un par de semanas, pero las semanas se fueron convirtiendo en meses y los meses en años.Si me preguntas qué es lo que me mantiene aquí arriba, te diré que es el amor, amor como fuerza de resistencia. La violencia y el odio sólo engendran guerras y no resuelven nada. Hay muchos medios pacíficos de resistencia. Desde aquí invito a la gente a que los explore y marque una diferencia en su vida diaria. No hace falta que todos nos mudemos a un árbol.

¿CUÁL HA SIDO EL MOMENTO MÁS DURO EN TODO ESTE TIEMPO?

Podría decirte que cuando azotaron las tormentas de invierno, o cuando nos acosaron con los helicópteros, pero no es cierto. Lo más duro es contemplar desde aquí la destrucción implacable, día a día, y no poder hacer nada para evitarlo. A veces me siento frustrada cuando oigo a lo lejos la caída de una secuoya. Después del ruido se escucha un tremendo silencio, que es como el luto de la naturaleza, apenas un segundo. Por último, los alaridos jubilosos de los leñadores. Es absurdo que los seres humanos celebremos así la destrucción de la vida.Si algo he aprendido del árbol han sido precisamente dos lecciones magistrales. La primera es el valor de la diversidad, el respeto a la increíble riqueza de las formas de la vida. La segunda es la conexión: todos dependemos de todos y la destrucción del medio ambiente es un reflejo de la destrucción misma del hombre. Esa es la razón última por la que estoy aquí: para hacer reflexionar a la gente sobre la dinámica destructiva de nuestra sociedad. Si la naturaleza muere, morimos nosotros.

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